Luis, joder, teníamos una comida pendiente y ahora me sobran
los platos, la mesa y el mantel. Pero esta vez no te voy a dar la razón, sencillamente
porque no la tienes, porque has dejado muda cada hoja, sordas las palabras y
manco mi cincel.
Luis, joder, se ha quedado ronca la marea que arrullabas en este arrecife de coral. La voz de tu pueblo se ha resquebrajado como el surco de una catarata, como el vuelo de una piedra que no se ha llevado el temporal.
Luis, joder, has dejado el tintero sin tinta, el gotero sin
gota y mi flexo sin bombilla. A ver, ahora, dónde encuentro otra, porque en
este manto de cristal humedecido, son muchas las que dan luz pero muy pocas las
que brillan.
Luis, joder, adónde vas por esas callejas oscuras que nunca
han pasado a tu lado. Este paseo no estaba escrito en nuestros planes de rutina
rota. A ver, cómo llenamos, sin tu sombra, los rincones de este mar
deshabitado.
Joder, Luis.