domingo, 3 de mayo de 2020

De regreso

Ya no duermen los relojes en su arena,
Se enmaraña el frenesí de las bocinas,
Se ha acabado el vino de la última cena,
Ya no encuentran los mariachis sus cantinas.

Ya no dudan los expertos de la nada,
Se acartonan los visillos indiscretos,
Se ha fugado el contador de cuentos de hadas,
Ya no inventan los portales sus secretos.

Se han rehecho las sonrisas,
Se han apagado las prisas,
Ha huido la profecía.

En un mundo de profetas,
Donde sobran los poetas,
Donde falta poesía.

Ya no venden más promesas de espejismo,
Se regalan caracolas de un mar negro,
Se ha colmado el universo de sí mismo,
Ya no quedan islas para otro destierro.

Ya no manan cataratas del subsuelo,
Se dilatan las pupilas del rocío,
Se han ahogado los mercados del deshielo,
Ya no abriga el frío abrigo del vacío.

El precio de lo inmediato,
Los impulsos de arrebato,
Quedan fuera de su encuadre.

Cuando el cielo queda preso,
Solo esperas, de regreso,
El abrazo de una madre.

martes, 14 de abril de 2020

Aquellos días inciertos

Íbamos en una máquina en marcha, a toda velocidad, viendo pasar los árboles, pudiendo distinguir, a duras penas, si tenían hojas de perenne presencia o vestían desnudos sus ramajes. 

En un aleteo fugaz llegó un frenazo radical, las ruedas no encontraban su guía y decidieron parar en seco. De repente, veíamos las hojas con el mayor detalle posible, sus formas, sus venas. Pudimos interpretar su lenguaje y, unos pocos, nos dimos por enterados. 

Dentro del vagón, el frenesí seguía presente, más acentuado si cabe entre aquellos que prestaban su ayuda y su conocimiento para reparar los huesos rotos que el brusco temblor había quebrado. La sacudida había afectado, por igual, a los pasajeros de la clase turista y a los de primera clase. Es "el socialismo de los huesos". Hubo, también, quien aprovechó la parada para hacer negocio y se hizo con el control de los servicios, ya sabes.

Fueron días de revolución, días de pausa extrema, de calma tensa. Fueron días de valientes, de cobardes, de profesionales de la zancadilla. Fueron días de espejismos, de reflejos, de destellos. Fueron días en los que contábamos estrellas mientras las hojas de los árboles nos miraban a los ojos.