A propósito de las elecciones municipales y autonómicas que acabamos de padecer, un momento de digestión reflexiva se hace inevitable, más aún ahora que se avecinan retorcijones.
En muchos ayuntamientos y en Navarra volvemos a ver a la derecha brindando en copa de cristal Baccarat y con sonrisa indisimulada. Tras 4 años de gobierno del cambio y con el único mérito de repetir consignas caducas y ondear banderas de colorines, vuelven a la carga más unidos que nunca.
La propaganda mediática que manipula a papo desvergonzado ha funcionado a las mil maravillas. Es lo que tiene tener al periódico más vendido de la Comunidad servil a la causa. Y como no lo veían claro del todo decidieron juntarse como si fueran amigos de toda la vida. La derecha megalómana foralista (UPN), los ultraliberales provocadores antiforalistas (Ciudadanos) y el partido más corrupto de Europa (PP) en la misma batidora. Con el único punto en el programa "Que vienen los vascos y los bolivarianos" han vuelto a asaltar el poder.
Hoy tenemos una sociedad más justa, con menos desigualdad, con unos servicios públicos potenciados, unas pensiones más dignas, menos deuda y sin que nadie nos haya invadido. Seguro que se podría haber hecho mejor y que han quedado avances pendientes en el tintero. El problema es que, ahora, nos van a dejar sin tinta y sin papel.
Solo tengo claro que los trabajadores y pensionistas hemos perdido por difuminar el horizonte común y repetir sus exabruptos. Ellos, los que más tienen y menos van a tributar, han ganado. Han ganado porque ellos sí tienen conciencia de clase.