Es martes y...
"Cuando quieres realmente una cosa, todo el universo conspira para ayudarte a conseguirla".
Nos lo están poniendo difícil, muy difícil, extremadamente complicado. Nos llenan los desayunos de desastres de avaricia, de hogueras de vanidad. Nos arrastran al abismo invisible de la indiferencia y al calamitoso frente de la insensibilidad. Menguan nuestras reservas de humanidad minuto a minuto, tonelada a tonelada. Apenas queda oxígeno en la falda de este volcán y, tras cada tempestad, amenaza un huracán.
Sin embargo, existe algo dentro de nosotros que amedrenta a los demonios de la inquina hasta hacerlos desfallecer. Traemos, de serie, el perenne bastión de la esperanza, el poderoso distintivo de la ilusión. Con cada pequeña decisión abrimos el paso a nuestros sueños, desechando guaridas transitorias, peleando con la maleza y en busca del hogar definitivo.
No somos ruta quebrada, ni espejismo de diseño. No somos lucha agotada, ni regalo navideño. No somos oro difuso, ni obscena materialidad. Somos el verso inconcluso en busca de la felicidad.
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