Es martes y...
Se acabaron los golpes y arañazos que hacían temblar los cimientos de la civilización. Quedaron para el recuerdo los reproches ideológicos y el futuro oscuro que se avecinaba. Se terminaron las reprimendas por coleccionar amigos por el este y por el sur. Olvidada queda la regañina por jugar demasiado cerca de la morada. Ahora, es momento de llamadas afectuosas, es momento de pactar.
Resulta que visto con perspectiva y analizándolos fríamente tampoco son tan malos chicos. Es posible que su discurso no fuera tan extremista y radical. Seguramente no sea su prioridad ver nuestro sistema hecho añicos. Al fin y al cabo, bien mirados, tienen rostro angelical. Ahora que se nos acaba el chollo, sonreiremos. Ahora, todos tan amigos. Ahora, todos tan contentos. Ahora, que a solas, contando, ya no podemos. Ahora, iremos juntos, de la mano, al parlamento.
Mientras tanto, una barcaza sigue, triste, a la deriva. En un partido de tenis que se esconde abochornado. Mientras tanto, los que mandan, se reparten la misiva, en un cupo que rescata el sermón más desalmado.
Mientras tanto, sin timón ni rumbo, pero el mundo gira. Siguen, lágrimas de arena, por los rostros de Tinduf. Mientras tanto, la locura ya pasea por Palmira, y suspira la mirada que navega desde el sur.
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