Es martes y...
"Mi dulce memoria ha sido enterrada a los pies de un árbol hendido, por esta tormenta de rayos catódicos, horrores y luz de espejismo. Rojas amapolas, vientos del olvido hacen temblar como animales dormidos. Enferma de amnesia, calla la ciudad".
Sin mirar atrás porque el ayer ha desaparecido. Sin saber a donde ir porque mañana puede que no vuelva a amanecer. Y por el camino, piedras que, a cada paso, crecen más y más. En el recuerdo, una rutina añorada. Y al frente, un mundo y su extrema crueldad.
¿Recuerdas, vieja, como lloraban tus hijos al ver fuego en el cielo? ¿Te acuerdas, vieja, del vacío anoréxico que rodeó tu calle? ¿Recuerdas, vieja, la imberbe parálisis en cada rostro de hielo? ¿Te acuerdas, vieja, de las balas que enviudaron en nombre de la barbarie?
¿Te acuerdas, vieja, de aquel suspiro enfermo, del relato en blanco y negro? ¿Recuerdas, vieja, que apenas había muros ni alambradas que saltar? ¿Te acuerdas, vieja, del pánico inundando tus tristes embarcaderos? ¿Recuerdas, vieja, el instante amargo justo antes de zarpar?
¿Recuerdas algo, vieja Europa? ¿Algo que te suene familiar? ¿Algo que retumbe en tu cabeza y te devuelva la humanidad?
Nadie grita en la trinchera, nadie huye por huir. Nos queda otra noche en vela, sin vela que alumbre el porvenir.
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