Es martes y...
"Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor".
Del amor al mangoneo claro, y a los trajes regalados, y al moreno reluciente, y al papo engalanado. Y todo ello, con luz y taquígrafos. Porque los negocios de los primos que llevan gobernando la Comunidad durante tantos años hace mucho tiempo que salieron de la caja fuerte.
Culpar, exclusivamente, a los dueños del chiringuito del saqueo vergonzante a las arcas públicas me parece tan inaceptable como injusto. El voto cómplice de la sociedad valenciana ha avalado, elección tras elección, una parte muy importante del roto padecido. Pero, claro está, el tiempo vuela y no es cuestión de malgastarlo en pararse a pensar. Gandia Shore y tal.
Mucho más peligroso que un golfo camuflado es un pueblo adormecido, un pueblo mutilado, un pueblo enfebrecido. Mucho más dañino que un partido envenenado es un voto complacido, un voto anestesiado, un voto enloquecido. Más dolor provoca cada lucha silenciada que la sonrisa de Camps y la gomina de Fabra. Mucho más.
¿Y Rita? Bien, gracias.