martes, 23 de febrero de 2016

Naranjas en oferta

Es martes y...

"Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor".

Del amor al mangoneo claro, y a los trajes regalados, y al moreno reluciente, y al papo engalanado. Y todo ello, con luz y taquígrafos. Porque los negocios de los primos que llevan gobernando la Comunidad durante tantos años hace mucho tiempo que salieron de la caja fuerte.

Culpar, exclusivamente, a los dueños del chiringuito del saqueo vergonzante a las arcas públicas me parece tan inaceptable como injusto. El voto cómplice de la sociedad valenciana ha avalado, elección tras elección, una parte muy importante del roto padecido. Pero, claro está, el tiempo vuela y no es cuestión de malgastarlo en pararse a pensar. Gandia Shore y tal.

Mucho más peligroso que un golfo camuflado es un pueblo adormecido, un pueblo mutilado, un pueblo enfebrecido. Mucho más dañino que un partido envenenado es un voto complacido, un voto anestesiado, un voto enloquecido. Más dolor provoca cada lucha silenciada que la sonrisa de Camps y la gomina de Fabra. Mucho más.

¿Y Rita? Bien, gracias.

martes, 16 de febrero de 2016

Todavía nos queda Esperanza

Es martes y...

Se nos va, para no volver, para siempre, como ya hiciera otras veces. Esperanza dimite como presidenta del PP de Madrid en mitad del aguacero y sin paraguas a mano. Lo que ocurre es que este chaparrón tiene visos de diluvio universal y, posiblemente, no haya otro momento mejor.

Se nos va la salvadora, la redentora de los desamparados. La única que podía protegernos de las aterradoras garras de los malvados. Se nos va la incorruptible, la coleccionista de conquistas. La única que podía liberarnos del infierno que ya imponen los neochavistas. Se nos va la feliciana, la de sonrisa afilada y lengua perversa. Se nos va la musa, el mito, la leyenda. Se nos va la 'lideresa'.

Las ranas se le van acumulando en la mochila y el ambiente huele a enrarecido. No vaya a ser que sigan buscando y, todavía, queden unas cuantas en el río. Así que se las pira, con los píes a medio hundir en su putrefacto lodo. La esperanza es lo último que se pierde dicen, dicen los que, con ella, lo han ganado todo.

Se nos va, pero se queda. Deja su cargo en el partido y el parné correspondiente sí, pero no abandona la tribuna municipal ni reniega de su sueldo público. Faltaría más.

martes, 9 de febrero de 2016

Los Picapiedra

Es martes y...

"Yabba Dabba Doo!"

Cuentan que desde niños lo compartían todo, que en sus orígenes pensaban, prácticamente, de la misma forma. Sin embargo, el tiempo les distanció mirándose, al pasar, casi como extraños.

Por azares de la vida volvieron a encontrarse en un camino lleno de atajos y zancadillas. Pedro y Pablo parecían condenados a entenderse para hacer más llevadero el viaje hasta el umbral donde el pueblo respira, cuando la tormenta se desató. Tenebrosos monstruos comenzaron su cacería ante tal intento de entendimiento. Toda la maquinaria cavernaria estaba en marcha y a pleno rendimiento.

El dinosaurio Mariano se sentía triste y preocupado por el cariz que el asunto presentaba y no dudó en echar mano de sus pupilos. El señor Rajuela Ibex 35 acudió, raudo y veloz, a la llamada de su amigo, y juntos diseñarían la estrategia para derribar el pacto perturbador. No podían permitir que también 'okuparan' La Moncloa. A saber que plantarían en sus jardines y que extraños títeres vagarían libres de barrotes.

A pesar de que la política hace extraños compañeros de cama, siempre es Vilma Rivera la que acaba rondando la cabeza de Pedro. El amor, es lo que tiene.

martes, 2 de febrero de 2016

Lucero de mil luces

Es martes y...

Son un gramo de esperanza entre toneladas de espejismos, un haz de luz en el paraíso de las sombras, la respuesta en un universo de dudas. Son casi nada y, sin embargo, lo son todo.

Qué sería de este mundo sin un si bemol conmovedor, que acaricia nuestra piel como quien pasea entre volcanes. Qué sería de mí sin el 'Ojalá' de Silvio redentor, que rescata mi quietud de modernos ritmos charlatanes.

Qué sería de este mundo sin ese puñado de gargantas, las que gritan por aquellos a quienes han robado la voz. Qué sería de mí sin la paz de tu mirada sacrosanta, que me eleva del infierno en busca de un pellizco de calor.

Qué sería de este mundo sin la resistencia convencida, que mantiene abiertos los pulmones que rugen en Lacandona. Qué sería de mí sin el seísmo del cadalso de mi ruina, que planea la huida cuando mi carcelero me traiciona.

Que sería de nosotros sin el foco de unos ojos palpitando a nuestra vera, y a la espera de la primavera nos alumbrará, tan solo, durante la vida entera.