Es martes y...
Jueces de lo injustificable, reyes de coronas sin brillo, moradores de moral amoratada con la firmeza de un azucarillo. Mercenarios sin merced, césares en este coliseo, cacos del amanecer, carteristas, fariseos.
Jugáis con el juguete de la vida, en la subasta del mejor impostor. Traficáis con la sal de la herida, con la semilla amarga del dolor. Facturáis en negro el blanco de los ojos, el calor del sol en la mirada. Vendéis el eco que huye de muy lejos, el latido que ya no espera nada. Solo espero veros caer al otro lado del futuro. Señor, perdóname, por estos pensamientos impuros.
Sois la tristeza hueca de humanidad, la usura de bolsillos rebosantes. Sois la dura y cruda realidad, con el tufo del barniz de tolerantes. Sois la democracia estrangulada, la decencia, por el suelo, hecha pedazos. Sois los que diseñan la alambrada, la frontera llena de arañazos. Solo espero veros suplicar al otro lado del muro. Señor, perdóname, por estos pensamientos impuros.
Procesión de cuerpos sin destino, en busca de almas de humanidad. No alquilan refugio al clandestino, en esta escombrera de cristal.