martes, 5 de abril de 2016

El país de las maravillas

Es martes y...

"Espinas de la guerra para los más chicos, que ancianos organizan para ganarse el cobre. Rutina es la venganza para los más ricos, la cárcel castigando los deseos del pobre".

Los patriotas lo han vuelto a hacer. Lo más triste es que ya nada sorprende y pasará de largo como un desvelo en medio de la noche. Amarrados a las insignias nacionales presumirán de país con muñequeras bicolores de todo a cien. La patria por encima de todo, y los bobos a aplaudir tras el cristal. La patria por encima de todo, la patria, claro está, de su capital.

Constituir una sociedad en Santiago de Veraguas o en las Islas Vírgenes Británicas no supone, en sí mismo, ningún delito. El problema surge cuando se hace con nocturnidad y poco romanticismo, con el único fin de evitar pasar por caja. Y como la caja somos todos, o al menos deberíamos serlo, gracia la justa.

Los papeles de Panamá dejan pocos títeres con cabeza. No se salva de la quema ni la fina realeza. El canal ya no da a basto para tanto gerifalte, habrá que abrir sucursal en el paraíso de Marte. Supongo que Montoro lo estará tomando en cuenta, y les leerá la cartilla, en la campaña de la renta.

Se filtra la noticia y la prensa mundial estalla, las portadas se blanquean con argucias de novel. Los más poderosos han ganado la batalla, duermen entre barras los que roban pan de ayer.

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