martes, 21 de octubre de 2014

Esan, izan, Zangozan

Es martes y...

Dicen que es una incongruencia de quienes defendemos el valor inalienable de la enseñanza pública en la formación humana. Se rumorea, en sus corrillos, que abatimos de un plumazo toda nuestra armadura argumentaria ante el desvarío de la privatización. Caen como proyectiles sobre nuestros oídos sus acusaciones de acurruque al árbol que más sombra regala.

Sin embargo, considero un ejercicio de coherencia apoyar con nuestro más enérgico alarido el trabajo inagotable de quienes afrontan el reto de plantar cara a la cerrazón. Familias que ante el desprecio gubernamental han capitaneado el derecho de una comarca a vivir en una lengua mucho más antigua que las banderas y mucho más nuestra de lo que quisieran.

La marea de gargantas que afinaban su grito por las calles de Sangüesa/Zangoza, demostraron la urgente necesidad de abolir una ley que trata de poner fronteras al viento. Una norma que huele a rancio añejo y que está abocada a ser poco menos que un exiguo recuerdo. 

Por los que vienen en el camino y por los que están. Por los que no pudieron, "Esan, izan, Zangozan".

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