Es martes y...
Ya no existe el dolor, se difuminaron los gritos del sur. Ya cambiamos el color del pálido contraste de Ben-Hur.
Hemos vuelto a obedecer a lo inminente, al vaivén de usureros y caraduras. Hemos obviado el silencio ausente, sumisos al embargo de su empuñadura. Hemos bebido del vaso de anestesia, que adormece nuestro lado afectivo. Somos portadores del virus de amnesia, somos almas en estado vegetativo.
Cabeceamos frente a su destello de luz, nuestro cuello es el brazo de un gato chino. Pongamos flores ante el ataúd donde ha caído nuestro raciocinio. Bendito plasma divino que sofocas nuestra sed, bendito parpadeo de incesante noticiario. Gracias por crear en mí una nube que no deja ver, gracias por conciliar mi sueño diario.
El ébola voló hacia tierras lejanas y, con él, el rumor que aletea en mis ventanas. El ébola voló hacia tierras extrañas y, con él, se llevó el eco de mis entrañas.