martes, 3 de febrero de 2015

Historias para no morir

Es martes y...

"Y es que me gusta la vida que tienen los libros prestados, esos que se dejan querer, que pasan de mano en mano. Así amontono los infiernos que para mí son el cielo, y colecciono amarguras, a veces con forma de beso".

Me gusta descubrir una historia en cada línea, hacerla mía, a mi manera, con la sencilla desnudez de la fantasía. Me gusta el color de su fondo, la viveza de ojos cerrados, el revuelo de cada momento que paso lejos de su lado. Me gusta el paladeo inquieto de la siguiente página, su pestañeo sinuoso, su demencial cordura.

Reside, dentro de cada uno, la capacidad intacta de crear un infinito de cada escritor, de cada libro, en cada letra. Es un monstruo que devora e improvisa, para dibujarnos, al final del juego, una sonrisa.

Ayer me acosté entre un manto de estrellas en Tindouf. Hoy he amanecido libre en Mayo del 68. Recorrí las calles con un hippie en Kathmandu, y de vuelta, con Geppetto, descubrí a Pinocho. He sido testigo de cada revolución. Me fugué, a escondidas, con el Che, a Bolivia. Me he fumado el verso de la sinrazón, preso, el corazón, que resucita en cada línea.

Leo porque lo presiento en cada despertar, porque confirma mi perpetua e intermitente libertad.

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