martes, 10 de febrero de 2015

El silencio de los corderos

Es martes y...

Tinta seca, tinta huida, tinta rota, tinta herida.

El estruendo provocado por un informático italo-francés no ha resonado por igual en la plural prensa española. Resulta que, para la mayoría visible, una noticia no es noticia si, con ella, no son capaces de hacer pupa a los nuevos. Ni siquiera, conservan ya la decencia del disimulo. 

Las cifras de la lista Falciani aplastan por su propia contundencia, absorben cualquier intento de asimilación y arrasan, por inundación, el pequeño huerto de la decencia. Miles de astutos pensadores han mantenido sus chequeras en el refugio más opaco posible, en un búnker que creían inexpugnable para el malvado fisco. Famosas caras de la gran pantalla mantenían su risa hueca, con el cofre escondido, "Suiza en el corazón y España en la muñeca". 

Mientras tanto, muchos de sus aduladores de prensa escrita y televisión mantienen en primera plana los sucesos que el alto orden, sutilmente, aconseja. Si el delito no existe, se inventa, que algo, siempre queda. 

La denuncia obligatoria la han llenado de silencio. El reproche más urgente lo recubren de tibieza. Cada titular es un precinto con su precio. Mientras, espero un alud que dé una luz de certeza.

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