Es martes y...
"En el trozo de hoguera que a mí me tocó, bailan las calles de Cuba, con un trombón y una tuba que lloran sonidos de revolución. Y en el trozo de hoguera que a mí me tocó, hay libros de Alejandría, y el fuego en sus poesías desprende el olor del viejo luchador".
En el trozo de hoguera que muerde mis pasos, hay niños con pies de barro, que masticando tabaco desgastan la inercia de su corazón. Y al calor que ilumina su amarga ceniza, se ahogan niños sin cielo, donde el dulce caramelo navega en el charco de la sinrazón.
En el trozo de hoguera que brilla en la noche, se escucha el grito de Gaza, y el pecho que, por coraza, resiste las balas del gran dictador. Y en los restos de lo que algún día fue llama, palpita el pulso nervioso, del verso prodigioso que el preso esculpió en la pared del terror.
En el trozo de hoguera que alumbra este adiós, no hay dios para despedidas, ni se lloran sus vidas con lágrimas secas de televisión. Y en las ruinas de un mundo de corta y pega, no hay sitio para su mundo, que, ni siquiera segundo, agoniza en silencio escondido en el fango del tercer escalón.
Así arden los segundos en esta maldita hoguera. Unos disfrutan de su calor, mientras otros son ceniza y madera.