Es martes y...
Se abrió paso entre las tinieblas para iluminar esta nueva era.
Después de días, semanas y meses abriendo informativos y copando las portadas de la honorable prensa española, Venezuela parece haber obrado el milagro. Su actualidad tortuosa ha desaparecido de nuestras vidas y, a tenor del intachable rigor de nuestro periodismo, es de imaginar que es fruto de un giro copernicano que todo lo ha arreglado.
Son varios los factores que han debido provocar esta escalada de esperanza. Que duda cabe que la visita, en plena campaña electoral y de forma desinteresada, del insigne Albert Rivera supuso un aliento, casi extrasensorial, para la mermada vida de nuestros hermanos del sur. Tampoco podemos olvidar la infatigable labor del camarada Felipe González, aportando su sabiduría y humildad a la causa desde su incuestionable prisma socialista y corazón revolucionario.
Cínicos impresentables a sueldo del IBEX 35, traficáis con la miseria del rédito electoral. Buscáis una herida abierta para hurgarla con ahínco, habéis traspasado la línea de vuestro propio umbral. El virus del sobresalto ya ha calado en nuestros huesos, somos títeres movidos por los hilos del poder. Respiramos aire libre con pulmones de preso, nuestros ojos comen miedo que no se puede devolver.
En Caracas ya sueñan con las terceras elecciones, así observan sus cabezas bajo el foco de atención. Ahora, sin campaña, ya no suenan sus canciones. Ahora, no existen noticias sobre la revolución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario