Es martes y...
"De vuelta a casa exijo que seas libre, no valiente".
Una fiesta de repercusión internacional ha puesto de relieve el vergonzoso maltrato que a diario sufren muchas mujeres. No se trata de un problema de masificación y noche, ni de drogas y alcohol. Es la secuela de un sistema que apesta a pasado y que nos arrastra, como sociedad, al abismo de la indecencia más absoluta.
El machismo fascista pasea a sus anchas por un régimen que carga sobre sus espaldas la perturbada herencia del fascismo. Lo de los pantalones y todo eso. El ideario que puso a la mujer por los subsuelos de la dignidad sigue barnizando los despachos del alto mando y, consecuentemente, la correspondiente legislación. Sigue saliendo gratis el disfraz de machito violento.
Si callamos somos cómplices de la deshonra, si ignoramos seremos verdugos de la humillación. El silencio es la ganzúa de la caja de Pandora, la omisión es el espejo de la represión.
Uniremos las gargantas y los pasos decididos. Pasaremos la guadaña sobre su capa siniestra. Una ley que no es amiga no nos hallará dormidos, ni nos dejaremos ninguna agresión sin su respuesta.
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