Es martes y...
Al tercer día resucitó de entre los muertos, proclamando triunfalmente su regreso como salvador.
No, ahora en serio, solamente es Pedro Sánchez que vuelve a tomar el mando del PSOE o lo que queda de él. Después de ser apaleado, vilipendiado y apartado por los que se decían compañeros, regresa con un triunfalismo de postal, para la hinchada militante y poco más. Renace de sus cenizas de político mediocre para seguir siendo lo que fue.
Pedro, ese hombre capaz de superar todos los hitos electorales del socialismo español, pero por abajo, y el artífice de un pacto con la nueva derecha ultraliberal para después culpar a la verdadera izquierda de no sumarse, ya está aquí de nuevo. Y lo hace con la firme intención de salvar a la patria de la corrupción y el mangoneo, con el traje de superhéroe puesto y cantando "La Internacional". Con un par.
Sin embargo, su victoria ante Susana y el equipo al completo, conserva una migaja de poesía clásica, de versos de juglar. Y es que, ver a toda la guardia pretoriana con las orejas por el suelo y la lengua atrancada, es pura lírica. Lo apostaron todo por que nada cambiara, por bloquear y blanquear, por callar y abstenerse. Por lo menos, esta vez, no han ganado.
Volverá el ataque de González, de Susana y de Cebrián. Lanzarán la proclama del miedo, de orden constitucional. Volverán con la vieja estrategia del insulto vía editorial. Volverán codo con codo, con sus fieles de la patronal.
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