Es martes y...
Creo que tendríamos que encaramarnos a nuestras pestañas y encerrar el humo que nubla la calma. Sentir entrelazados los resortes de la imaginación y perder las alas de lo triste.
Creo que deberíamos de reencontrarnos con la serenidad maltratada y arrinconar la burocracia emocional. Acomodar la palabra marchitada y recuperar el instinto social.
Creo que nos corresponde reescribir el paso reposado y alcanzar con ello la eternidad. Encubrir al desencanto, inundarnos de arrumacos y aplanar la vanidad.
Creo que no nos queda más que enfrentar las pupilas en la atormentada afonía del silencio. Rebuscar en las entrañas la paz huida y canalizar el éxodo del desprecio.
Creo, sinceramente, que nos lo merecemos.
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