Es martes y...
"Aquí las distancias se miden atando cabos. Aquí las preguntas ignoran las respuestas que siempre han buscado".
Se presuponen preparados, con la lucidez de las mentes más brillantes. Se intuyen capacitados, duchos, entendidos y competentes. Son los que manejan el cotarro, quienes cortan el bacalao. Son los iluminados, los maestros del tablao.
Manejan sofisticadas estrategias para moldear nuestro presente e inventan maniobras enrevesadas con las que justificar su jornada. Sin embargo, el fruto de su gestión es una zancadilla tras otra, un maniquí roto entre los escombros de su desvarío.
Quizá, intenten ampararse en la dificultad de organizar una colectividad diversa y desordenada, pero ese argumento, simplemente, no me vale. Esta semana hemos disfrutado de la convivencia entre personas muy diferentes, a la vera de San Miguel de Aralar y entre guerras de agua. Al ritmo que nos marcaba la música, hemos podido comprobar como la complejidad, el alboroto y los obstáculos tienen un remedio infalible, se llama voluntad.
Tome nota presidente, la constancia no se compra. Nace dentro de la gente, iluminando cada sombra.
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