Es martes y...
Como cada año, estos primeros días se ven repletos de objetivos a conquistar, de metas a atravesar y de deseos cargados de utopía. Somos animales de costumbres, insistentes en la misma piedra. Somos creadores de una cumbre, que en su propio retortero medra.
Hagamos deporte una vez al día, reforcemos los lazos de humanidad. Que se evaporen las falsas melodías y los malos humos de la vanidad. Pongamos a dieta a la sed de venganza, evitemos la sal que escuece en la herida. Llenemos nuestra hucha de esperanza, e invirtamos en la esencia de la vida.
Aprendamos el idioma universal, el idioma con el que los dioses cantan. Musicalicemos la espina dorsal, que se esconde al filo de nuestra garganta. Regalemos emoción a flor de piel, lo que se intuye con los ojos cerrados. Escribamos los recuerdos en papel para que nunca huyan de nuestro lado.
Que no pase inadvertida la sonrisa, que no pase de moda la libertad. Que en este mundo que gira tan deprisa, haya tiempo para un poso de amistad.
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