Es martes y...
Del mal tiempo, vaya. Del frío en las pestañas y el escalofrío en la pupila. De nubes negras anunciando lluvia y negros nubarrones amenazando nuestro futuro. El otoño ya está aquí, y con la firme intención de alargar su triste agonía.
Ha sido nombrar a los nuevos ministros y desplomarse las temperaturas. Y no es para menos, la corriente de aire polar no se ha querido perder semejante espectáculo. Bueno pues, tal y como Rivera había prometido forzar, la renovación del Ejecutivo ha sido grandiosa, casi épica. Juventud y caras nuevas a raudales. Mesura y centralidad por todos los rincones. La regeneración al servicio del pueblo, y tan anchos los abstencionistas.
Para empezar, María Dolores al frente del pacífico Ministerio de Defensa. Ahora, los balazos y la metralla llegan, efectivamente, en diferido. Con un poco de suerte, algún pobre niño los vea venir y pueda salvar su vida, en forma de simulación claro.
Para continuar, Zoido al frente del pacífico Ministerio del Interior. Probablemente, éste si será capaz de ver las cloacas tan necesarias que Rubalcaba no pudo encontrar. Y una vez vistas, habrá que usarlas digo yo.
Y para acabar, el resto de estupendos ministros y estupendas ministras. Pero para acabar con nuestra paciencia desgastada y nublar nuestro mañana más urgente. Es lo que tenemos, porque así lo hemos querido.
Parece que se avecina tormenta.
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