Es martes y...
"Cuando el negro es un hombre es buen momento para el cazador, el blanco se pone nervioso y comienza a llenar el cargador."
La nueva heroicidad de las fuerzas de seguridad les ha elevado a los altares de la miseria, ahí donde la moral apesta a xenofobia y el respeto desaparece como sus balas en el mar. Después de un intento perverso de ocultar su mezquina actuación, se han coronado escondiendo sus vergüenzas en el abrigo de sus amos. Pobrecitos, solo cumplían ordenes. Es todo lo que podemos esperar de quienes, dicen, actúan en nombre de la legalidad y la defensa del interés común.
Ni siquiera tienen el valor de pararse a pensar un segundo, ni siquiera conocen el valor de una vida. Solo protegen este lado del mundo, curando su llaga con una herida. El estrecho se ha convertido en su nuevo tirapichón, en un campo de prueba balística, pisotean sus miradas de dolor y los niños muertos son solo estadística. Es curioso que esta estrategia de exterminio provenga de los autoproclamados protectores de la vida, mafiosos que acaparan el poder disfrazados de salvapatrias.
Cada burbuja que brota del mar es una estaca descarriada, una manada de soledad, la levedad de la conciencia humana.
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