Es martes y...
"Debemos arrojar a los océanos del tiempo una botella de náufragos siderales, para que el universo sepa de nosotros lo que no han de contar las cucarachas que nos sobrevivirán: que aquí existió un mundo donde prevaleció el sufrimiento y la injusticia, pero donde conocimos el amor y donde fuimos capaces de imaginar la felicidad".
Las lágrimas de la humildad inundan las calles desde Aracataca hasta La Habana, desde Barranquilla hasta Bolívar, desde la sensatez hasta el corazón. Nos deja en manos de la incertidumbre, a merced de lo imprevisible. Nos deja, después de haber hecho cumbre, en el mágico solar de lo infinible.
Mantuvo su compromiso con la emancipación de los pueblos de Latinoamérica hasta las últimas consecuencias. Prefirió abandonar a aquellos que vendieron su alma y su ideología que arrastrarse con ellos hasta el brillo del poder. Amigos de cartón que abortaron su firmeza a cambio de unas monedas serviles; paladines de hojalata, maestros de la bajeza, mascotas dóciles.
La pureza en su mirada no fue soportada por los medios que engendran la democracia cautiva que empantana nuestro presente. Pobres inválidos que no podrán sentir en cada frase que esculpió su pluma una razón más para la rebeldía, una muestra de coraje, un ultraje a cada revolución tardía.
Gracias por cada paso en tu universo paralelo. Gracias por crear un camino hendido de emociones. Gracias por mirar de frente y no caer al suelo. Vuela tranquilo Gabo, Roma no paga a traidores.
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