viernes, 3 de enero de 2014

De memoria y desmemoriados

Es martes y…

El Parlamento de Navarra ha sido el primero en aprobar una ley para recuperar, reconocer y rehabilitar la memoria de las víctimas del franquismo. Entre tanto, la tristeza reverdece al ver a la unanimidad esconderse tras los escaños de la derecha. Se derrumba el castillo de naipes de la dignidad humana cuando intentan justificar su negativa a apoyar esta propuesta, han llenado sus papadas majestuosas con las cloacas del desprecio más miserable. 

Aquí no hubo guerra, aquí hubo sumisión, desespero y más de 3000 almas fusiladas. Pero para ellos las víctimas tienen un solo color, el resto son datos estadísticos. Han pasado más de 30 años desde esa maravillosa transición, colmada de un consenso rebosante y de una fotografía para la historia, casi nadie se movió para que saliese perfecta. En un abrir y cerrar de ojos teníamos una democracia plena. En un abrir y cerrar de ojos habían dejado todo atado y bien atado. 

Esta ley es un motivo de alegría entrecortada, de miradas compartidas en la acera y de abrazos que vuelan como cometas, un bocado a un recuerdo en huelga de hambre, porque cuando llueve moja, en sangre, las cunetas, de puños en alto colgados en el alambre. 

Dibujaron el mal sueño, la picota herida, el turbante en celo
Con las manos de quien llora almas por suelos sin cielo
Construyendo su sentencia en bloques de piedra, agujas en flor
Al mayor de todos ellos, asesino abajo firmante, malhechor.

Quien pudiera huir del lastre, del ángel, del santo
Exilio igual a futuro, maldito encanto, bendito llanto
Pandilla de entes, entre tanto tonto, alguno destaca
Es el que ordena clavar con saña, en el suelo la hoz, en el cuello la estaca.

Y ya no se si se aceleran o si van menguando los latidos
Mientras, la memoria huye y su rastro quieren camuflar
Enterrada en la cuneta recupera el grito del olvido
De una guerra que no perdimos, que dejamos de ganar.

Aquí me planto, haced conmigo una marioneta de lágrimas
Aquí escribo sobre papel mojado, empapado de desaliento y no de lluvia 
Aquí claudico, caudillo maldito, causa prófuga de mi arrepentimiento
Años después muchos siguen cuestionando si todavía miento.

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