viernes, 3 de enero de 2014

Manos entrelazadas

Es martes y...

Desde niños nos han enseñado a dibujar el hogar perfecto, con su mamá, su papá y su parejita, su casa con chimenea y su día soleado. Nos han intentado serigrafiar, con tinta indeleble, el ideal de familia feliz, el no va más en amores celestiales. Todo aquello que saliera del raíl de su modelo era, algo así, como un amor infernal, con cuernos y rabo incluidos. Han clavado en la cruz del decoro el estigma de que otras formas de cariño, no solo carecen de validez, sino que inyectan en las venas de la sociedad la droga más dura y despreciable.

Una vez aplicado a juicio público cada sueño clandestino, ejecutan su sentencia con miradas afiladas y abucheos del silencio más cruel. He aquí su veredicto: "el delito es incuestionable. La pureza del conjunto de valores, que dotan de sentido a nuestra vida, no puede contemplar que dos labios se enfrenten, como si de un espejo se tratara, si son ellas y son ellos por su lado y no son ellas y ellos a la vez". 

No nos queda más que alzar las armas con sus almas, evitar que esas sonrisas vivan cautivas en el zulo del desprecio y derribar el muro de la rancia moral. 

No es más amor por pasar por el altar, ni exige cada abrazo vivir preso, que no te roben el placer de suspirar, ni te escondas para regalar un beso.

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