martes, 14 de enero de 2014

Gripe pasajera

Es martes y...

Camillas por el pasillo, biombos de tapadera, nos han robado las horas pero no la primavera.

El atropello de lo público ha hecho cumbre en los hospitales. Son las propias urgencias las que piden oxígeno urgentemente. Antes, el problema era aparcar fuera, ahora, los atascos se han refugiado dentro, y la respuesta política se ha cargado de originalidad, no sin antes culpar a una gripe pasajera de sus macabras consecuencias.

El viejo truco de la privatización como panacea global empieza a oler a podrido. Alegan un aprovechamiento de los recursos más eficiente, una especialización que incrementa la productividad y un beneficio para todos que nos hará más felices que unas perdices, que por lo visto lo son. Lo que olvidan comentarnos, en un descuido tonto, es que, como consecuencia de su brillante gestión, dentro de unos años acabarán en el consejo de administración de alguna de las empresas que, casualmente, han ocupado el recinto público. Supongo que, llegado el momento y a tenor de sus declaraciones de beneficio común, repartirán sus sueldos entre sus conciudadanos. Todavía espero el ingreso en mi libreta, mañana volveré a actualizarla.

Gritemos fuerte desde el lodo, como un suspiro por el aire, si no hay café para todos, no habrá café para nadie.

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