viernes, 3 de enero de 2014

El pan del alma

Es martes y…

Nada importa más que una buena alimentación. Preparar a fuego lento cada ingrediente para saborear el resultado final entre amigos. Cuando se van mojando las bases de papel que sujetaban la estructura de esta sociedad y el devaneo anuncia la destrucción, defender el pan de los sentidos se hace imprescindible. Nace en cada uno de nosotros la obligación de contener, a barricada limpia, el avance imparable del recorte. Cada pentagrama robado, cada fotograma malherido y cada escena sin telón que lo cubra, son un hachazo directo al pelo en punta de la emoción. Amputar la inversión en cultura cada vez que aletea una mariposa se ha convertido en el pasatiempo preferido, casi en una obsesión. 

Un pueblo que se permite caminar sin la cultura por horizonte, olvida las cadenas que, en sus pies, hacen que camine cada vez más lento, más sumiso, menos pueblo. 

Pintas cada noche oscura haciéndola más clara
En un tango enredado o en un blues impaciente
En el son cubano de mi guitarra hermana
Canta La Habana al Ché, en los labios de su gente.

Una trompeta levita en las manos de un mago
En un tributo a Henry James se hace de día
Ni las nubes ni los soles pasan de largo
En el letargo amargo de tu ausencia fría.

Cada bemol sostenido de mi voz
Teje cuerda a cuerda cada color
De un arcoíris de 7 notas.

En este suelo armónico de paz
En el país de Beethoven y Serrat
Me siento un auténtico patriota.

Eres el idioma con el que los dioses hablan
Eres el suspiro alado que aletea un colibrí
Eres el silencio ronco entre cada palabra
Que grita desesperada: “Quien me ha robado el mes de Abril”.

Has punteado las cuerdas donde tiendo mi fe
Vendiéndote al diablo en cada balada de Queen
Me has cambiado el sueño, poniéndolo del revés
Y has quitado el velo que me separa de ti.

Eres la misma en Ruanda que en Bolivia
Eres arma de construcción masiva
Eres sombra, eres luz.

Eres la misma que paraliza el mundo
Eres eterna en cada segundo
Eres música, eres tú.

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