viernes, 3 de enero de 2014

La luz entre tinieblas

Es martes y...

Muchas veces está la primera en la fila para correr el telón, aparece ante tu mirada como una estrella fugaz, cortante, intensa, agotadora. Lo inunda todo, a pesar de ser la única margarita de hojas pares, si por ella fuera jamás me habrías querido.

Existen, por cada razón para morir, 400 más que te ponen los manguitos. Brotan, por cada hilo de voz que rasga tus cuerdas, 100 guitarras acariciando las suyas. Amanece cada día, aunque las nubes de aquella letanía intenten emborronar un cielo, ya de por si, oxidado. No hay pena más vacía que el penar por lo perdido, ni más silencio caído que una voz sin poesía. 

Ya tendremos tiempo de morir, de apagar la luz de este lucero, ya caeremos presos del huir, del calor oscuro, del sin ti me muero. Ya tendremos tiempo, y mientras tanto, venzamos cada vida sin latidos, hagamos el falsete al contracanto de cantar en sueños desconocidos. Sintamos nuestras pupilas unidas, nuestras torres enrocadas, nuestras reinas despedidas. Queramos como nunca hemos querido, que no hay guerra en que no quede fusilada, la mirada en unos ojos malheridos. 

Cuando llegue la hora, como un naranjo en flor. Cuando llegue la hora, no mueras más que por amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario