viernes, 3 de enero de 2014

Entre rojo y negro

Es martes y...

Un fantasma recorre el mundo, el fantasma del capitalismo. Es el sueño de libertad, del yo te doy y tú me das, del yo te dono y tú me adjudicas. La mano invisible abarca cada vez más miga del pan obrero. Nos han convertido en retazos de divisas. Si sube el dólar se nos riza el pelo, si baja el yen caemos en depresión. No hay abrazos si no crecen las reservas de brent y no hay caricias si en Manhattan se pone a llover.

Hace mucho que a la señora justicia se le ha caído la venda de los ojos y se le ha oxidado la balanza. Hace mucho que al señor decoro se le han arrugado las vergüenzas y ha tropezado en la roca de la recalificación. 

Nada importa más que un incremento del 0,1% en los resultados de la empresa. Si es a costa de salarios, que así sea, y si se recorta en seguridad es por el bien de todos, una cuestión de viabilidad. Después, nadie va a llorar en el ataúd de un minero, ni vendrá el presidente a derramar lágrimas de cocodrilo ante una bandera que lo cubra. Cinco minutos de telediario serán su triste réquiem, su epitafio ronco de silicosis. 

A la sombra del patrón, en el pozo María Luisa, seguirán tiñendo en rojo, de sangre, cada camisa.

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